EL CLUB DE LOS DEPREDADORES: EL CASO DE ACOSO SEXUAL EN LA ESCUELA DE COMUNICACIÓN SOCIAL DE UNIVALLE

EL CLUB DE LOS DEPREDADORES (3)
El Acoso Sexual en la Escuela de Comunicación de Univalle es una constante que se replica de generación en generación ¿Hasta cuando se va a tolerar esto?

UN SECRETO A VOCES QUE TODOS HAN OÍDO

Todo estudiante de la Escuela de Comunicación Social de Univalle ha escuchado alguna vez sobre Carlos Patiño. No por sus méritos académicos, ni por su investigación, sino porque su nombre circula entre pasillos y conversaciones en voz baja. Advertencias transmitidas de generación en generación: “No te acerques a él”, “No te quedes sola con él”, “No tomes clase con él”.

Todos lo saben. Y, a pesar de eso, ahí sigue.

Si eres estudiante nuevo, especialmente si eres mujer, es mejor que lo sepas desde ya: en esta Escuela, los acosadores no solo permanecen, sino que son protegidos. Porque en cualquier otro lugar, la confesión pública de acoso marcaría el fin de la carrera de un profesor. Pero en la Escuela de Comunicación Social de Univalle, Patiño pudo pararse en un evento frente a todos y admitir—sí, admitir—su acoso, y nada pasó.

Aquí, el reconocimiento del acoso no trae consigo sanciones ni cuestionamientos, sino el perdón y, sobre todo, el olvido. Porque la estrategia de la Escuela, como la de tantas universidades en Colombia, es siempre la misma: dejar que pase el tiempo y que quienes recuerdan lo ocurrido se gradúen, para que el problema desaparezca con ellos.

Pero este proyecto existe precisamente para evitar que eso pase. Para romper el ciclo de complicidad y pasividad, para marcar con fuego lo que la institución quiere borrar y para que las generaciones que vienen—y el público en general—sepan que en la Escuela de Comunicación Social de Univalle, como en tantas otras universidades, oficinas y espacios del país, se acosa y se abusa con total impunidad.

Esta es solo una historia dentro de lo que llamaremos el Club de los Depredadores. Y este club no está compuesto solo por hombres: también hay mujeres, hay administrativos, hay colegas, hay toda una estructura de encubrimiento que protege, justifica y permite que el acoso sexual siga ocurriendo.

¿CÓMO SE PROTEGE A UN ACOSADOR? CON CÓMPLICES, CON SILENCIO, CON NADA

Carlos Patiño no ha actuado solo. Nunca lo ha hecho.

Para que un acosador se mantenga en su puesto sin consecuencias, tiene que haber un sistema entero sosteniéndolo. Y en la Escuela de Comunicación Social ese sistema tiene nombres y apellidos: sus colegas en el claustro de profesores y la misma Universidad del Valle.

La historia del acoso en la Escuela no es nueva. Es un patrón que se repite desde hace décadas, al igual que en muchas universidades colombianas. Testimonios han existido siempre: advertencias entre compañeras, relatos que se transmiten en cada generación, denuncias que nunca llegan a ninguna parte.

La respuesta institucional siempre ha sido la misma: sin pruebas, no hay acción. “No hay videos, no hay audios, no hay denuncias formales”, repiten, como si la carga de probar el abuso fuera responsabilidad de las víctimas. Como si el testimonio de decenas de mujeres fueran insuficientes.

Pero en la década pasada, ocurrió algo diferente. Un caso concreto llegó a la dirección de la Escuela. Y, según testimonios recogidos en ese momento, el claustro de profesores supo lo que había hecho Patiño. Sin embargo, en lugar de sancionarlo, se mencionó que nada se podía hacer, pues él era “intocable”, pero había una solución estratégica: Patiño se iba de comisión de estudios, por lo que la promoción donde ocurrió el caso no lo volvería a ver hasta graduarse. 

El problema no se resolvió. Solo se pospuso.

Años después, en 2022, se filtraron audios del entonces director de carrera, Jorge Caicedo (QEPD), en los que reconocía abiertamente que la Escuela había protegido a Patiño y permitido que siguiera enseñando. En estos audios, Caicedo admite su propio error, pero también deja claro el mecanismo institucional de encubrimiento:

“Siempre he admitido la cagada, el error. Por desconocimiento, por miedo (…) por ese falso respeto a los más viejos”

“En ese momento, muchas de las cosas que hoy se critican eran normales

Caicedo confirmó lo que ya se sabía: que la institución tenía conocimiento del acoso de Patiño y que su “solución” fue esconderlo. Que no había un sistema de sanción, sino de omisión.

UN PROBLEMA QUE VA MÁS ALLÁ DE UN SOLO PROFESOR

El caso de Carlos Patiño es uno de los más visibles, pero no es el único. En 2017, un reportaje de VICE recopiló múltiples denuncias de acoso en la Universidad del Valle, incluyendo casos dentro de la Escuela de Comunicación Social. Este reportaje generó reuniones, citaciones y encuentros entre estudiantes y profesores, que llevaron a la creación de actas y compromisos.

Uno de los documentos clave de ese año fue la relatoría del 26 de octubre de 2017, donde quedó evidenciada la problemática del acoso con declaraciones como:

  • “En la Escuela se habla de ‘los intocables’. Existen denuncias contra un profesor y lo nombran Director del Programa. A otro en la misma situación lo envían a comisión de estudios.”
  • “Las personas que apenas están iniciando la carrera temen por sus notas, y las que ya están en tesis temen que su grado se vea comprometido, porque ya ha ocurrido.”

Pero lo más grave no eran solo los testimonios de estudiantes, sino las declaraciones de los mismos profesores. En el acta de esa reunión, la profesora Giovanna Carvajal dice lo siguiente:

“Como mujer tengo una postura, pero como profesora y colega, otra.

Ahí estaba, en una sola frase, el dilema de muchos docentes: ¿cómo conciliar su compromiso con la ética y la justicia con la realidad de que están protegiendo a sus propios colegas abusadores?

A raíz de lo acontecido en 2017 se realizaron talleres y más encuentros que desembocaron en una “Comisión De Género” interna en la Escuela, pues el problema del acoso no solo estaba presente en los vinculos profesor-alumno, sino también habían casos de acoso entre estudiantes. 

¿El problema de esta comisión? Al ser una figura más institucionalizada, era inoperante. 

Aquí se debe hacer una mención a las iniciativas Noushin Ahmadi y YoNoMatriculo, que dan cuenta y relatan algunas de las situaciones presentadas en la Escuela durante esa época.

El acoso sexual en la Escuela, a pesar de todo, seguía siendo un secreto a voces. No habían pruebas y los canales de denuncia habian sido desestimados. Sin embargo esto no detenían las acciones de manifestación. 

En 2019, estudiantes realizaron escraches con grafitis dentro de la Escuela, señalando a profesores y alumnos agresores. La respuesta del claustro fue una carta publicada el 16 de noviembre de 2019, en la que declaraban:

  • “No reaccionaremos, procederemos ni actuaremos ante rumores, declaraciones en red, grafitis o cartas anónimas.”

En otras palabras: si no había algo concreto, no harían nada. Pero cuando Patiño admitió públicamente su acoso, tampoco hicieron nada.

LO INSÓLITO DEL ACOSO: CONFESAR Y SEGUIR EN EL AULA

Debido a la presión ejercida por los estudiantes, el 02 de junio de 2022, en un evento multiestamentario, Patiño confesó en público haber acosado sexualmente.

La confesión fue grabada y difundida, pero aún así, nada cambió.

Se abrió una investigación interna dentro de la Universidad, se citaron testigos y se rindieron testimonios. Pero hoy, en 2025, esa investigación sigue sin arrojar ninguna sanción. 

De hecho, nunca tuvo la intención de hacerlo.

Si un profesor confiesa acosar ¿qué más se necesita para que la Universidad actúe?

No es solo Patiño. No es solo la Escuela de Comunicación. Es todo un sistema. Un Club de Depredadores que protege y encubre a sus miembros.

Patiño no cayó por la justicia universitaria, no cayó por la institucionalidad, no cayó por sus colegas. Sigue ahí porque nadie en el claustro ni en la universidad ha movido un dedo para sacarlo.

Profesores que imparten clases sobre ética y comunicación para la paz, pero que, cuando se trata de su propia Escuela, se quedan callados y permiten y alientan que abusen de sus estudiantes. 

¿Dónde están los comunicadores críticos que tanto alardean de formar? 

¿Dónde está esa ética profesional que tanto predican?

Nadie que conozca lo que realmente ha sucedido en la Escuela recomendaria estudiar allí o la vería con prestigio. 

En lugar de asumir su responsabilidad, la Escuela ha optado por la estrategia más mediocre posible: hacer como que hacen algo.

Un conversatorio aquí, un ciclo de cine allá, una declaración tibia para calmar las aguas y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Como si proyectar una película o hacer un taller sobre perspectiva de género borrara el daño, limpiara la complicidad, borrara las décadas de encubrimiento.

Los agresores siguen en las aulas, las víctimas siguen cargando con el trauma y la institución sigue jugando a que esto es un problema pasajero.

Pero no lo es. Es una estructura, un sistema, un mecanismo de impunidad que solo se rompe con presión. Por eso existe este proyecto. 

ROMPER EL SILENCIO

La Escuela de Comunicación Social de Univalle es solo un reflejo de un problema más grande. Lo que pasa aquí, pasa en todas partes: en otras universidades, en colegios, en oficinas. Pero aquí sabemos quiénes son, sabemos lo que han hecho y sabemos que nadie hará nada si no lo hacemos nosotros.

Este proyecto no existe para pedir justicia a las instituciones que han demostrado una y otra vez que no les interesa darla. Este proyecto existe para que el silencio no sea la única opción.

Porque si ellos no lo van a decir, es momento de decirlo nosotros. 

TIMELINE

A continuación, se adjunta un timeline para una mejorar compresión del caso Patiño

Década pasada (~2010)

  • Ocurre un caso de acoso grave dentro de la Escuela de Comunicación Social.
  • El caso llega a Jorge Caicedo (director del programa en ese momento).
  • En vez de sanción, la “solución” institucional se presume es enviar Patiño a comisión de estudios para que no vuelva a cruzarse con esa promoción de estudiantes, ya que es intocable.

2017

  • Se publica un reportaje en VICE sobre acoso en la Universidad del Valle, donde se mencionan casos en la Escuela de Comunicación Social.
  • Se realizan reuniones entre estudiantes y profesores. Se documentan denuncias y problemáticas en un acta del 26 de octubre de 2017.
  • En el acta se menciona que en la Escuela hay profesores “intocables”, que se ha encubierto a acosadores enviándolos a comisiones de estudio y que las estudiantes tienen miedo de denunciar por represalias personales y académicas.
  • Surge la Comisión de Género en la Escuela, pero es inoperante por su vínculo institucional.

2019

  • Se realizan escraches en la Escuela con grafitis señalando a estudiantes y profesores por acoso.
  • Se realizan escraches en la Escuela con grafitis señalando a estudiantes y profesores por acoso.
  • El 16 de noviembre de 2019, el claustro de profesores emite un comunicado diciendo que no reaccionarán ante rumores ni denuncias anónimas.
    Se argumenta que no pueden actuar sin pruebas formales.

2022

  • Se filtran audios de Jorge Caicedo, donde admite que la Escuela protegió a Patiño y que en su momento no se sancionó por miedo y desconocimiento.
  • En un evento del 2 de junio de 2022, Carlos Patiño confiesa públicamente haber acosado a estudiantes.
  • Se abre una supuesta investigación dentro de la universidad, pero nunca avanza.

2025

  • A pesar de su confesión, Carlos Patiño sigue dando clases a estudiantes de primeros semestres.
  • La Escuela no ha tomado ninguna acción real.
  • Se mantiene el silencio y la complicidad.