CÓMO COMBATIR EL ACOSO SIN DEPENDER DE UNA JUSTICIA QUE NO SIRVE
Denunciar el acoso en la universidad es como gritar en un cuarto vacío. La justicia universitaria es un trámite diseñado para desgastar a las víctimas y proteger a los agresores. La justicia penal, por su parte, es lenta, burocrática y, en la mayoría de los casos, ineficaz. ¿Eso significa que no hay nada que hacer? No. Significa que debemos actuar por nuestra cuenta, con las herramientas que sí funcionan.

NO TE MATRICULES CON ELLOS: QUE SE QUEDEN SIN ALUMNOS
Los acosadores académicos se alimentan del poder que les da su rol de profesores. Cuantos más estudiantes tengan en sus clases, más autoridad acumulan, más influencia tienen y más protegidos están. ¿La solución? No darles ese poder.
Si un profesor tiene denuncias, no te matricules con él. Infórmate, pregunta, corre la voz. Sin estudiantes, su poder se desploma. Puede que la universidad no los despida, pero si sus clases se vacían, su prestigio se desmorona.
HACER MEMORIA: QUE SUS NOMBRES NO SE OLVIDEN
El silencio y el olvido son los mejores aliados del acoso. Cada generación nueva que entra a la universidad tiene derecho a saber quiénes son los profesores que han sido señalados, denunciados o expuestos por sus conductas. No permitas que la historia se borre.
Habla con estudiantes de semestres menores, adviérteles, cuéntales lo que pasa en los pasillos y en las aulas. No dejes que el tiempo entierre los nombres de los depredadores. Cuando se desenmascara a a un acosador pierde poder, pierde aliados y pierde la capacidad de volver a actuar con impunidad.
SEÑALARLOS: QUE SEPAN QUE NO SON BIENVENIDOS
No hay nada que los agresores teman más que ser desenmascarados. Si la universidad no los sanciona, la sociedad sí puede hacerlo. Haz que se sientan incómodos en los espacios que antes dominaban con total impunidad. No los aplaudas, no los trates con respeto inmerecido, no les des el beneficio de la duda cuando hay pruebas de sobra.
El poder de la presión social es enorme. Un acosador que sabe que todos lo ven como lo que realmente es, pierde la seguridad con la que se movía antes. No es venganza, es justicia real.
ASAMBLEAS, PAROS Y PROTESTAS: QUE ELLOS SIENTAN LA PRESIÓN
Cuando la universidad encubre, la comunidad estudiantil tiene que responder. Las asambleas estudiantiles son clave para organizarse, recoger denuncias, compartir información y tomar decisiones colectivas sobre cómo enfrentar el problema. No dejes que la administración monopolice la conversación: la voz de los estudiantes debe imponerse.
Los paros y protestas han sido históricamente herramientas para generar cambios en la universidad. Si la institución se niega a sancionar acosadores, si ignoran denuncias y si siguen protegiendo a los agresores, entonces no se puede seguir funcionando como si nada pasara. Que sientan la presión en cada evento, en cada reunión, en cada acto público. Que el mensaje sea claro: no habrá normalidad hasta que la impunidad termine.
ORGANIZARSE: LA FUERZA ESTÁ EN EL NÚMERO
Una persona sola puede ser ignorada. Muchas, no. Formar redes de apoyo entre estudiantes, colectivos y exalumnos crea una barrera que hace más difícil que los casos se pierdan en la indiferencia. La administración puede mirar hacia otro lado cuando es solo una voz denunciando, pero no puede ignorar a cientos de personas exigiendo respuestas.
El cambio no va a venir desde arriba. Nunca lo ha hecho. Depende de la gente que se niega a seguir aceptando la impunidad.
LA JUSTICIA FALLA, PERO NOSOTROS NO PODEMOS FALLAR
Las instituciones no van a solucionar el problema del acoso en la academia. Está en nuestras manos hacer lo que ellas no harán. Exponerlos, quitarlos del poder, negarnos a normalizar su presencia y asegurarnos de que cada nuevo estudiante que pise esta universidad sepa la verdad.
El miedo ha protegido a estos depredadores durante demasiado tiempo. Es hora de que el miedo cambie de bando.